lunes, 7 de junio de 2010

Un vacío y un silencio

Ahogarme en un vaso de vino, donde el alcohol todo lo hace girar y nada se entiende. Ser muchos y no ser nadie en un mundo dicotómico de pensamientos antagónicos. No saber dónde correr. Encerrada entre asfalto e impedimentos abstractos, creados por mi cabeza que no deja de pensar, que no se puede ordenar. Y aunque el sol de la mañana sea perfecto y enceguecedor, no dejo de caer en ese agujero sin fin de dolor. El agua comienza a entrar en mi cuerpo, por la boca, por la nariz. Y poco a poco el aire se va, se disuelve en el mar,.Y en un silencio eterno… Sólo el latir del corazón como eco entre los pocos centímetros del orificio en el suelo. Una luz se refleja por algún lado, o son mis ojos que se acostumbraron a esa oscuridad donde no hay dirección ni punto cardinal. El silencio eterno, y el movimiento del cuerpo que por segundos se agita desesperado buscando una gota de aire, por un segmento de vitalidad. Y un vacío y un silencio. Poco a poco te cansas. ¿O es el oxigeno que me falta? Una opresión en el pecho, en la garganta ya llena de agua. Mis ojos, cansados de mirar la nada caen por su propio peso. Despacio, todo sonido se apaga. El dolor y el vació se diluyen descendentemente y ligeros. Y un dulce silencio, el sueño eterno.

domingo, 6 de junio de 2010

La ruta que sus manos crean al deslizar

Algo se enciende, es la pasión y el fuego, los labios sobre su cuello. El calor y las llamas que desde las profundidades se hacen valer. Sube, escala cada segmento de su piel. Lo huele. El perfume viaja desde su boca hasta cada extremo de su cuerpo. Se mezcla en su lengua, sigue su camino por la garganta, eriza sus pechos y un delicioso sollozo se hace valer. Llega a sus minúsculos alvéolos, donde el aroma volatil del amor no se detiene y escurridizo sigue su camino. Baja y calienta, hasta el más ínfimo rincón. Se fusiona con la sangre, y una exhalación, que poco relaja y mucho alimenta el dulce placer. Una misma respiración, un mismo aire entre los dos amantes. Que se condensa y como llovizna, gotas sobre su estómago se dejan caer. Resbalan, descienden y se esconden entre los secretos mejores ocultos. El sabor. Los labios siguen el camino incierto de la pasión y la excitación. Los sentidos se confunden y se agudizan. Los ojos, cerrados, se dejan llevar por la ruta que sus manos crean al deslizar, sin dirección, por la intrigante escultura de la piel en calor. Un fuerte golpe en el pecho. Un silencio perpetuo en el mismo instante en el que tiempo detiene su andar. Todo se hace uno, no hay principio, no hay final. La misma pura eternidad, en un respiro inconcluso, en un gemido profundo.

Juegos de equilibrios

Juegos de continuos equilibrios. Peligrosos destinos entre incesante desafíos o electas salvedades. Hay quienes eternamente se preguntan acerca del sabor del invariable dolor de la desilusión, de cada naufragio en tierra firme. Ponerse en la perpetua prueba de superación. Envidiables elecciones que sólo algunos se animan seguir. Y aunque el mundo es en su completa conformación un peligro constante, son pocos quienes aprenden a disfrutar el ritmo de aquel son. Que al igual que la lógica de las danzas, cuales carecen de lógica alguna, el pensar no provoca más que el propio desequilibrio rítmico en aquella melodía particular. Y es, quizás, entre la adrenalina de tambores y candombe, donde por un segundo el rugido del viento se detiene y todo, por efímeros segundos, se esclarece.

Despertar

Porque uno por momento dice querer superar una imposibilidad. Lo intenta, trepa ese gran mural, pero una y otra vez, vuelve a caer. Cree que simulando una vida como la anhelada, de sonrisas y alegrías, hará que poco a poco se la crea real. Pero día a día, cae una vez más.

Desde la teoría uno predica entender que debe aceptar el pasado, para mañana abrir los ojos y ser capaz de continuar. Pero qué hay si el insomnio se apropia de mi ser, si mis ojos no se cierran, y por consiguiente, no puedo despertar. Qué hacer cuando esa teoría no se vuelve tangible sino puras neblinas que impiden el paso continuar. Y cuando enciendes las luces dispuesta a caminar ignorando las dificultades, no hay norte y no hay sur, no hay dirección ni entorno ni trayecto por donde transitar. Sólo un aire de ideas perdidas. Y ya cansada y rendida, ruegas poder dormir. Para un día poder despertar. En algún nuevo lugar.